Un día, al equipo educativo le presentaron la posibilidad de acoger a Antonio, un niño de 5 años que sufre parálisis cerebral. "Cuando nos planteamos si un niño como Antonio tenía que estar en este centro, la respuesta fue unilateral por todas las partes. Todos dijimos que sí, por supuesto, es decir, que tenía que estar integrado en un mismo centro con sus compañeros que son exactamente iguales que él" -afirma Belén, la orientadora del centro-.
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Antonio y el resto de sus compañeros |
Al principio, confiesan algunos profesores, sintieron un poco de miedo por el hecho de recibir a un niño con problemas educativos, ya que no sabían si podrían llevarlo bien o si sería bien recibido por los demás compañeros; después de ello, se dieron cuenta de que fueron más las ventajas y los aspectos positivos que trajo a la escuela que no las dificultades para enseñar.
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Muestra de afecto y aceptación hacia
Antonio de una de sus compañeras |
Antonio fue bien recibido por todos sus compañeros y les proporcionó valores como los de preocuparse por los demás y tener ganas de ayudar a otras personas para hacerlas felices, como él hizo cuando le escribió a un compañero “gracias por ser mi amigo” para que dejara de llorar. También, ha aportado valores de colaboración, de empatía -para entender que la situación de un compañero puede ser distinta a la de uno mismo pero no por ello se debe discriminar o marginar-, de positividad, de esfuerzo, de lucha, de persistencia y ganas de aprender por delante de todo.
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