domingo, 14 de diciembre de 2014

Principios básicos de la educación inclusiva

Según el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte del Gobierno de España, los principios fundamentales de esta educación son los siguientes: 
  • La escuela debe educar en el respeto de los Derechos Humanos y, para hacerlo, organizarse y funcionar de acuerdo con los valores y principios democráticos.

  • Todos los miembros de la comunidad colaboran para facilitar el crecimiento y desarrollo personal y profesional individual, a la vez que el desarrollo y la cohesión entre los iguales y con los otros miembros de la comunidad.
  • La diversidad de todas las personas que componen la comunidad educativa se considera un hecho valioso que contribuye a enriquecer a todo el grupo y favorecer la interdependencia y la cohesión social.

  • Se busca la equidad y la excelencia para todos los alumnos y se reconoce su derecho a compartir un entorno educativo común en el que cada persona sea valorada por igual.

  • La atención educativa va dirigida a la mejora del aprendizaje de todo el alumnado, por lo que ha de estar adaptada a las características individuales.

  • La necesidad educativa se produce cuando la oferta educativa no satisface las necesidades individuales. Consecuentemente, la inclusión implica identificar y minimizar las dificultades de aprendizaje y la participación y maximizar los recursos de atención educativa en ambos procesos.
Niños con distintas capacidades y de distintas etnias
jugando juntos sin excluir a nadie del grupo

sábado, 13 de diciembre de 2014

Diferencias entre inclusión e integración


Según afirma Pilar Arnaiz Sánchez, profesora de la facultad de Educación de la Universidad de Murcia, en el documento Las escuelas son para todos, publicado en Siglo Cero 27 en el año 1996, son cuatro las diferencias principales entre inclusión e integración.

Diferencias entre integración e inclusión, por los miembros de las Comisiones de Educación y Empoderamiento, y de Juventud e Inclusión Social, de la Red Argentino-Americana para el Liderazgo (REAL).

La primera diferencia se encuentra en que inclusión comunica más claramente y con mayor exactitud, que todos los niños necesitan estar incluidos en la vida educativa y social de las escuelas del barrio, y en la sociedad en general, no únicamente dentro de la escuela ordinaria.

La segunda, que integración se está abandonando, debido a que implica que la meta es integrar en la vida escolar y comunitaria a alguien o a algún grupo que está siendo ciertamente excluido. En cambio, el objetivo básico de la inclusión es no dejar a nadie fuera de la escuela ordinaria educativa, física y socialmente. La atención en las escuelas inclusivas se centra en cómo construir un sistema que incluya y esté estructurado para hacer frente a las necesidades de cada uno de los alumnos.

No se asume que las escuelas y aulas tradicionales, que están estructuradas para satisfacer las necesidades de los llamados “normales” o la mayoría, sean apropiadas y que cualquier estudiante deba encajar en lo que ha sido diseñado para la mayoría. Por el contrario, la integración de estos alumnos lleva implícito que realmente estén incluidos y participen en la vida académica. De aquí, la responsabilidad del equipo docente de la escuela, ya que tiene que acomodar ésta a las necesidades de todos y cada uno de sus alumnos; esa sería la tercera diferencia.

La última es que no solo intentan ayudar a las personas discapacitadas y que necesitan una educación especial, sino que las escuelas inclusivas miran por los intereses de todos e intentan centrarse en cada individuo para poder ayudarlo según sus necesidades.

"Las escuelas inclusivas enfatizan, así, el sentido de la comunidad, para que en las aulas y en la escuela todos tengan sensación de pertenencia, se sientan aceptados, apoyen y sean apoyados por sus iguales y otros miembros de la comunidad escolar, al tiempo que se satisfacen sus necesidades educativas." (Pilar Arnaiz Sánchez)

martes, 9 de diciembre de 2014

El caso de Súper Antonio


Antonio, alumno de la Escuela
Camposanto con parálisis cerebral
Antonio es alumno de la escuela de Camposanto, situada en Cádiz. 
Un día, al equipo educativo le presentaron la posibilidad de acoger a Antonio, un niño de 5 años que sufre parálisis cerebral. "Cuando nos planteamos si un niño como Antonio tenía que estar en este centro, la respuesta fue unilateral por todas las partes. Todos dijimos que sí, por supuesto, es decir, que tenía que estar integrado en un mismo centro con sus compañeros que son exactamente iguales que él" -afirma Belén, la orientadora del centro-.

Antonio y el resto de sus compañeros
Al principio, confiesan algunos profesores, sintieron un poco de miedo por el hecho de recibir a un niño con problemas educativos, ya que no sabían si podrían llevarlo bien o si sería bien recibido por los demás compañeros; después de ello, se dieron cuenta de que fueron más las ventajas y los aspectos positivos que trajo a la escuela que no las dificultades para enseñar.

Muestra de afecto y aceptación hacia
Antonio de una de sus compañeras
Antonio fue bien recibido por todos sus compañeros y les proporcionó valores como los de preocuparse por los demás y tener ganas de ayudar a otras personas para hacerlas felices, como él hizo cuando le escribió a un compañero “gracias por ser mi amigo” para que dejara de llorar. También, ha aportado valores de colaboración, de empatía -para entender que la situación de un compañero puede ser distinta a la de uno mismo pero no por ello se debe discriminar o marginar-, de positividad, de esfuerzo, de lucha, de persistencia y ganas de aprender por delante de todo.